4
Su cuerpo ahora se me antoja sinuoso,
como esquilmado,
con todo sus poros abiertos pero secos,
agotado en su extensión y tumbado arriba,
mío.
Primero fue filoso y esquilado,
lábil y lubricado,
una mantaraya, liso, embebido en fluidos,
preparado.
Silencio acuático, fondo de lodo.
Se recuesta a su lado
un mundo abigarrado y melindroso
que arrastran medusas y cochinos
con la voz empapada y el ronquido escurrido.
Bebo en su boca
una ciénaga abierta entre los labios
y el reptil entre dientes da un chasquido,
no duerme de verdad,
resopla, dice viento, echa un silbido.
2
no soy vieja ni joven
ser humano
género humano
en equilibrio precario
¿dónde?
la línea del horizonte tambalea imperceptible
femenino soy
el lugar es bucear
y parpadeo
todas las superficies en un segundo podrían borrarse
¿qué quedaría?
marea
recuerdos
la finísima cavidad de los corales
5
Sigiloso,
buscando en las aguas su río.
Pasa noches en el mundo
sobando su boca. (shhh cabeza en ombligo).
Tres partes de su cuerpo son de agua.
Sobrevive al estrago,
marea desatada.
Entre sus aguas y el mar un segundo de piel
se eriza y arremete
sin prisa
su mano temblorosa y ligera
no toca ya las aguas,
no distingo su risa.
Apenas arremete se retoba.
Cármines, el profeta (un viejo borracho y mendigo)
con su perro negruzco y ladino
me sentencia no pierdas los zapatos en el viaje (¿Qué?)
yo sigo.
6
Es calvo y está solo.
Su mirada fugitiva
sin embargo intimida a todos.
Ha escrito muchos libros
Por eso algunos piensan que él ya debería estar muerto.
Espera algo.
Permanece, sin posar la vista mucho tiempo.
Aúlla y frota con los codos su mesa de trabajo.
Las palabras lo acucian lo distraen lo calman.
Después,
espera.
martes, 5 de agosto de 2008
Ejercicios
ejercicio1: el presagio
No hay culpables en las cosas hechas por amor.
2: la visión de las cosas
Ninguna cosa ocupa nunca un lugar exacto. Sólo los recuerdos.
3: el legado
¿Podré dejar mi historia en ningún camino?
4: la inquietud
No duermas en ese umbral... hay sueños que son más reales que la vida misma.
5: el misterio
Cuando seas viejo sabrás quien soy. Mientras tanto no busques mi rostro... te volverías melancólico y torpe como el sonámbulo.
6: el desencuentro
La mirada del actor solitario hace un paneo escrutando esa masa humana y oscura que es el público.
7: la búsqueda
En la cara del actor se insinúa una sonrisa.
8, 9 y 10: el estado de las cosas
un incendiario ha perdido el equilibrio y la calma, mata a su amante y se inmola. ¿Porqué? (vuelva al ejercicio1)
No hay culpables en las cosas hechas por amor.
2: la visión de las cosas
Ninguna cosa ocupa nunca un lugar exacto. Sólo los recuerdos.
3: el legado
¿Podré dejar mi historia en ningún camino?
4: la inquietud
No duermas en ese umbral... hay sueños que son más reales que la vida misma.
5: el misterio
Cuando seas viejo sabrás quien soy. Mientras tanto no busques mi rostro... te volverías melancólico y torpe como el sonámbulo.
6: el desencuentro
La mirada del actor solitario hace un paneo escrutando esa masa humana y oscura que es el público.
7: la búsqueda
En la cara del actor se insinúa una sonrisa.
8, 9 y 10: el estado de las cosas
un incendiario ha perdido el equilibrio y la calma, mata a su amante y se inmola. ¿Porqué? (vuelva al ejercicio1)
Arrebato
sumido en el terreno vertical
del latido, del suelo del oído de la sed
sordo
la sangre en los pelos en la piel
la mano entre el corazón y entre los dedos
el salto en el pelo muerde el pelo
perfora la carne
y ve en el reflejo el bosque quieto
que cae sobre su sien
del latido, del suelo del oído de la sed
sordo
la sangre en los pelos en la piel
la mano entre el corazón y entre los dedos
el salto en el pelo muerde el pelo
perfora la carne
y ve en el reflejo el bosque quieto
que cae sobre su sien
martes, 22 de julio de 2008
trenes
¿De quién sueñas cuando sueñas?
Sueño con una mano
que aplasta mi boca
ocupa mi boca
Sueño
pájaros que caen muertos
muertos con una suave
inclinación
en sus cuellos
caen y golpean
Sueño
cables que
cruzan sobre mi vista aérea
un hombre que hace gestos simiescos
en medio de la vía
el tren que se detiene
Sueño
el arrepentimiento de los padres
unos idiotas
aferrados a algo
Sueño
una mujer
que sostiene sus senos
los roza y los ofrece
Sueño
dientes chirriando
uno que es abandonado
el tren que reparte
la verde línea humedecida
damascos acariciados
el simio que se aleja
por pasarelas
la lentitud de los techos
Sueño
una mano en mi boca
los ojos abatidos
lo demás cercano
Sueño
el tren que entra en estación
andén número 4
Sueño con una mano
que aplasta mi boca
ocupa mi boca
Sueño
pájaros que caen muertos
muertos con una suave
inclinación
en sus cuellos
caen y golpean
Sueño
cables que
cruzan sobre mi vista aérea
un hombre que hace gestos simiescos
en medio de la vía
el tren que se detiene
Sueño
el arrepentimiento de los padres
unos idiotas
aferrados a algo
Sueño
una mujer
que sostiene sus senos
los roza y los ofrece
Sueño
dientes chirriando
uno que es abandonado
el tren que reparte
la verde línea humedecida
damascos acariciados
el simio que se aleja
por pasarelas
la lentitud de los techos
Sueño
una mano en mi boca
los ojos abatidos
lo demás cercano
Sueño
el tren que entra en estación
andén número 4
trenes
El tren se pavonea, se cantonea, resopla, bufa, rumea, escruta.
- Mira. Son ondonadas. Crecen plantas rastreras. Los animales bajan por esos brotes frescos, pero ahora sólo queda la marca de sus dentelladas en la tierra rala. Bajan en manadas y deboran.
- Sí.
-¿Pero estamos mirando lo mismo?
En el tren pasa un grupo de policías armados, de vagón en vagón, en vagón. El primero se inclina sobre un asiento y despierta a un chico que duerme.
¿Por qué lo hace? Busca algo sobre lo que ejercer su autoridad. La Ejerce.
El chico se despierta. Unos chivos en manada bajan y se comen los pastos del costado de la vía.
Pero ¿tiene la autoridad? Los chivos depredan. Están hambrientos. Se inmoviliza el chico.
¿Ustedes qué creen que hacen los otros pasajeros? (...) Miran a los chivos.
Los chivos como hipnotizados miran a los pasajeros dentro del tren. Todos esos ojos de un lado y del otro del vidrio.
El policía sigue, el chico no mira nada.
El corazón de los chivos cabalga, trepa la ondonada.
¿Y en el vagón? Alguien berrea.
-¿Pero estamos hablando de lo mismo?
Solamente quiero que alguien me lo diga: “estamos hablando de lo mismo”.
- Mira. Son ondonadas. Crecen plantas rastreras. Los animales bajan por esos brotes frescos, pero ahora sólo queda la marca de sus dentelladas en la tierra rala. Bajan en manadas y deboran.
- Sí.
-¿Pero estamos mirando lo mismo?
En el tren pasa un grupo de policías armados, de vagón en vagón, en vagón. El primero se inclina sobre un asiento y despierta a un chico que duerme.
¿Por qué lo hace? Busca algo sobre lo que ejercer su autoridad. La Ejerce.
El chico se despierta. Unos chivos en manada bajan y se comen los pastos del costado de la vía.
Pero ¿tiene la autoridad? Los chivos depredan. Están hambrientos. Se inmoviliza el chico.
¿Ustedes qué creen que hacen los otros pasajeros? (...) Miran a los chivos.
Los chivos como hipnotizados miran a los pasajeros dentro del tren. Todos esos ojos de un lado y del otro del vidrio.
El policía sigue, el chico no mira nada.
El corazón de los chivos cabalga, trepa la ondonada.
¿Y en el vagón? Alguien berrea.
-¿Pero estamos hablando de lo mismo?
Solamente quiero que alguien me lo diga: “estamos hablando de lo mismo”.
1
Yo puedo repararlo todo.
Puedo, si quiero, disecar una parte de mi cuerpo
y hacer que brille, por encima de todo lo demás.
Pero le prometí a mi padre que no lloraría delante de ninguno.
Yo le dije a mi padre:
esto soy.
Puedo, si quiero, disecar una parte de mi cuerpo
y hacer que brille, por encima de todo lo demás.
Pero le prometí a mi padre que no lloraría delante de ninguno.
Yo le dije a mi padre:
esto soy.
Nosotros
Nosotros amamos.
Nos movimos hacia el oeste.
Regresamos.
Nos acusaron de desarraigo.
Sentimos el estómago hueco, las babas, la jauría.
Ofendimos a un grupo de ancianos.
Nos peleamos.
Conocimos la venganza, el deseo de dañar, nos dañamos.
Fruncimos el ceño un millón de veces.
Nos ofrecimos como cuerpos vacíos.
Nos dieron de comer.
Comieron de nosotros.
Dejamos que se compadezcan de nuestra imagen.
Aprendimos a distinguir la piedad en los ojos prestados.
Lavamos la ropa que llevábamos.
Nos dejamos vestir.
Nosotros.
Fuimos odiosos, insoportables.
Nosotros nos sentimos exhaustos.
Huimos.
Seducimos a un verdugo por temor.
Escapamos.
Cruzamos un río caudaloso.
Nos echamos.
Un perro vino a lamernos los pies.
Nosotros vimos al perro.
Nos encariñamos con el perro.
Y supimos que nuestra familia nunca más tocaría nuestra frente.
Nos movimos hacia el oeste.
Regresamos.
Nos acusaron de desarraigo.
Sentimos el estómago hueco, las babas, la jauría.
Ofendimos a un grupo de ancianos.
Nos peleamos.
Conocimos la venganza, el deseo de dañar, nos dañamos.
Fruncimos el ceño un millón de veces.
Nos ofrecimos como cuerpos vacíos.
Nos dieron de comer.
Comieron de nosotros.
Dejamos que se compadezcan de nuestra imagen.
Aprendimos a distinguir la piedad en los ojos prestados.
Lavamos la ropa que llevábamos.
Nos dejamos vestir.
Nosotros.
Fuimos odiosos, insoportables.
Nosotros nos sentimos exhaustos.
Huimos.
Seducimos a un verdugo por temor.
Escapamos.
Cruzamos un río caudaloso.
Nos echamos.
Un perro vino a lamernos los pies.
Nosotros vimos al perro.
Nos encariñamos con el perro.
Y supimos que nuestra familia nunca más tocaría nuestra frente.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)