martes, 22 de julio de 2008

trenes

¿De quién sueñas cuando sueñas?
Sueño con una mano
que aplasta mi boca
ocupa mi boca
Sueño
pájaros que caen muertos
muertos con una suave
inclinación
en sus cuellos
caen y golpean
Sueño
cables que
cruzan sobre mi vista aérea
un hombre que hace gestos simiescos
en medio de la vía
el tren que se detiene
Sueño
el arrepentimiento de los padres
unos idiotas
aferrados a algo
Sueño
una mujer
que sostiene sus senos
los roza y los ofrece
Sueño
dientes chirriando
uno que es abandonado
el tren que reparte
la verde línea humedecida
damascos acariciados
el simio que se aleja
por pasarelas
la lentitud de los techos
Sueño
una mano en mi boca
los ojos abatidos
lo demás cercano
Sueño
el tren que entra en estación
andén número 4

trenes

El tren se pavonea, se cantonea, resopla, bufa, rumea, escruta.
- Mira. Son ondonadas. Crecen plantas rastreras. Los animales bajan por esos brotes frescos, pero ahora sólo queda la marca de sus dentelladas en la tierra rala. Bajan en manadas y deboran.
- Sí.
-¿Pero estamos mirando lo mismo?

En el tren pasa un grupo de policías armados, de vagón en vagón, en vagón. El primero se inclina sobre un asiento y despierta a un chico que duerme.
¿Por qué lo hace? Busca algo sobre lo que ejercer su autoridad. La Ejerce.
El chico se despierta. Unos chivos en manada bajan y se comen los pastos del costado de la vía.
Pero ¿tiene la autoridad? Los chivos depredan. Están hambrientos. Se inmoviliza el chico.
¿Ustedes qué creen que hacen los otros pasajeros? (...) Miran a los chivos.
Los chivos como hipnotizados miran a los pasajeros dentro del tren. Todos esos ojos de un lado y del otro del vidrio.
El policía sigue, el chico no mira nada.
El corazón de los chivos cabalga, trepa la ondonada.
¿Y en el vagón? Alguien berrea.
-¿Pero estamos hablando de lo mismo?
Solamente quiero que alguien me lo diga: “estamos hablando de lo mismo”.

1

Yo puedo repararlo todo.
Puedo, si quiero, disecar una parte de mi cuerpo
y hacer que brille, por encima de todo lo demás.
Pero le prometí a mi padre que no lloraría delante de ninguno.

Yo le dije a mi padre:
esto soy.

Nosotros

Nosotros amamos.
Nos movimos hacia el oeste.
Regresamos.
Nos acusaron de desarraigo.
Sentimos el estómago hueco, las babas, la jauría.
Ofendimos a un grupo de ancianos.
Nos peleamos.
Conocimos la venganza, el deseo de dañar, nos dañamos.
Fruncimos el ceño un millón de veces.
Nos ofrecimos como cuerpos vacíos.
Nos dieron de comer.
Comieron de nosotros.
Dejamos que se compadezcan de nuestra imagen.
Aprendimos a distinguir la piedad en los ojos prestados.
Lavamos la ropa que llevábamos.
Nos dejamos vestir.
Nosotros.
Fuimos odiosos, insoportables.
Nosotros nos sentimos exhaustos.
Huimos.
Seducimos a un verdugo por temor.
Escapamos.
Cruzamos un río caudaloso.
Nos echamos.
Un perro vino a lamernos los pies.
Nosotros vimos al perro.
Nos encariñamos con el perro.
Y supimos que nuestra familia nunca más tocaría nuestra frente.